LA TELARAÑA DE SPIDEY

Directísimos al píxel.

13 septiembre, 2006

Japón, Japón...

Todos sabemos el rechazo que producen las consolas de Microsoft en Japón. Un fastidioso "racismo consolero" que no lleva a ningún lado, salvo a fastidiar a todo lo extranjero que pise tierras niponas e invadan un terreno que, en apariencia, debe la vida al cien por cien al país del sol naciente. Como occidental que es uno, aparte del hecho de que un servidor es bien sabedor de las increíbles bondades de Xbox 360, duele un poco el ninguneo masivo que sufre la consola más potente de la actualidad. Tal vez en Japón no saben que el mundo de los videojuegos se lo debe todo a los Estados Unidos. Desde los primeros esbozos que gestaron Spacewar!, pasando por el nacimiento de Pong o la implantación en los hogares de la Oddysey o la VCS de Atari. Y tras la debacle, a pesar de que Nintendo fuese una de las principales impulsoras en eso de dar nueva vida a las videoconsolas, no se puede ignorar en buen hacer de empresas como Ocean, Gremlin, Epyx o Hewson a la hora de insuflar energía a los indómitos ordenadores de 8 bits, léase el Spectrum, Amstrad CPC, Commodore 64 e incluso el nipón MSX.

La actitud de Japón en estos temas es un poco intratable. No se puede negar la genialidad de muchas de sus cosas, pero el ser tan cerrados puede ser, en cierto modo, una auténtica traba para sí mismos. Existen hirientes detalles como el hecho de que los juegos occidentales publicados en Japón para Playstation 2 ocupan un lugar "aparte" en las estanterías de las tiendas japonesas... Toda una declaración de intenciones que, la verdad, no deberían dejar indiferentes a los usuarios occidentales. Y es que todavía hay muchas personas por estos lares que discriminan las posibilidades de Xbox 360 en base a la fría acogida en el país del sol naciente... ¿es justo?

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